Durante todas las épocas, los seres humanos han tenido que lidiar con la enfermedad. La Palabra de Dios nos enseña que estas cosas son consecuencias directas del pecado, que se introdujo en la tierra cuando los hombres desobedecieron a Dios.
"Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron" (Romanos 5:12).
Nada nos Impide que Busquemos la Ayuda Divina
Nadie puede negar que la medicina ha logrado avances significativos, se están teniendo victorias importantes sobre muchas enfermedades, esto es muy bueno. Sin embargo, los conocimientos que aporta la ciencia moderna y los descubrimientos científicos que van a favor de la vida humana, no tienen porque ser un obstáculo a la hora de buscar la ayuda de Dios. El Señor Todopoderoso tiene propósitos soberanos y gloriosos para los hombres, su deseo mas profundo es verlos saludables
"Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma"(3ra.Juan 1:2).
Si un cristiano se enferma tiene la oportunidad de hablar con el Señor para recibir la sanidad que necesita, puede hacerlo aunque esté recibiendo tratamientos médicos. Y si alcanza una cura a través de la medicina, es obvio que no puede decir que fue sanado mediante un milagro divino, sin embargo, puede proclamar con certeza que durante su tratamiento médico y a lo largo de su enfermedad recibió el apoyo y la ayuda del Señor.
No hay Nada mas Tóxico que el Pecado
Cuando alguien genuinamente entrega su vida a Cristo y le pide perdón por sus pecados, automáticamente ocurre algo extraordinario, son eliminadas grandes cargas tóxicas del alma, esto beneficia de forma directa al cuerpo físico, pues entre otras cosas, regula la presión arterial, reduce el estrés, quita la ansiedad, mejora el sistema inmunológico, etc. No olvidemos que cuando el pecado entró al mundo trajo enfermedad y sufrimiento. Al morir Jesús en la cruz recibimos medicina para sanar nuestra alma enferma por el pecado, pero también recibimos la sanidad divina de las enfermedades.
"Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados"(Isaías 53:5).
El Señor durante su ministerio terrenal, mostró su gran amor y compasión por la humanidad, perdonando a pecadores y dando sanidad milagrosa a muchos enfermos. En el Evangelio podemos leer que realizó todo tipo de milagros, tanto físicos, mentales como espirituales, también mostró su mano de poder a través de la unción que derramó en sus Apóstoles, y muchos eran sanados en los lugares que ellos visitaban. De la misma forma, nosotros, sus hijos, podemos alcanzar esas bendiciones, y ayudar a otros a que las alcancen, pues mediante la oración tenemos acceso directo al mismo trono de Dios.
El Poder de Dios nunca Menguará
Hermanos esto es así, Jesús está vivo, no ha cambiado, y tiene hoy el mismo poder para sanar enfermos que tubo hace 2000 años atrás. Y cuando la ciencia dice "¡Hasta aquí llegamos, no podemos hacer mas nada!", el Dios de lo imposible se pone la bata blanca y dice "¡Tranquilos, Confíen en mi, Yo todo lo puedo!". Es normal que nuestra fe en la medicina se desvanezca cuando atravesamos cuadros clínicos negativos y con pocas esperanzas de recuperación, pero en momentos así es cuando debemos recordar que tenemos un Dios de milagros, y que el Señor aún está entre nosotros con todo su poder y gloria. Amen!
En varias ocasiones fui testigo del cumplimiento de sus promesas relacionadas a la salud física. ¿Haz visto alguna vez el toque de Dios sanando a personas que los médicos habían desahuciado, o en el mejor de los casos los habían entregado a su triste suerte?
Mi Testimonio
No quiero finalizar sin compartir con ustedes la experiencia personal mas fuerte que he experimentado sobre sanidad divina.
Hace algo mas de 10 años atrás pude ver la mano milagrosa de Dios librándome de una muerte segura. En esa ocasión me encontraba de misionero en África, y estuve al borde de la tumba, me diagnosticaron malaria y hepatitis viral. Tenia en ese entonces 29 años recién cumplidos y hacía dos que había sido padre por primera vez. La situación que atravesé fue extremadamente grave, no comí durante nueve días y no pude ingerir agua durante tres, y como si esto fuera poco, el clima no ayudaba para nada, durante el día la temperatura no bajaba los 40°C. y por las noches descendían varios grados bajo cero. Llegó un momento que mi debilidad era tal que no podía mantenerme en pie ni un segundo, no lograba retener nada en mi estómago, vomitaba hasta el agua mezclada con mi propia bilis. Mi situación fue empeorando con el correr de los días, y sentía que las fuerzas se alejaban cada vez mas de mi, el constante estado febril me provocaba todo tipo de alucinaciones y me costaba mucho pensar con claridad. Sin ninguna duda, estaba a punto de partir de este mundo, pero de repente, una noche me desperté con una gran lucidez y claridad mental, entonces, algo dentro mío me dijo que aproveché ese momento para clamar Dios pues no habría otra oportunidad, y lo hice, rogué por su misericordia, desnudé mi alma y vertí mis últimas lágrimas mientras le suplicaba que me devuelva la vida para servirle y para ver crecer a mi hijo. Minutos mas tarde sentí una suave brisa recorrer mi agonizante cuerpo y al instante fui totalmente sanado. De inmediato me puse en pie y exclame: "¡El Señor me Sanó, Estoy sano!". Y esa fría noche, para la gloria del Dios Todopoderoso fui totalmente sanado. Al amanecer, y después de unos largos 10 días de no hacerlo, pude tomar y digerir sin problemas un desayuno. Mis órganos funcionaban de nuevo a la perfección y me sentía muy fuerte. Desde entonces, cada día le agradezco por haberme permitido usar su nombre para alcanzar el milagro que necesitaba para recuperar mi salud.
Tras Toda Prueba hay un Plan
Aquella vez en mi lecho de muerte Jesús me mostró el camino que tenía trazado para mi y he transitado por el hasta el día de hoy.
Hermano y Amigo, El deseo de Dios es mostrarte los propósitos que tiene para tu vida, y usará sus métodos para revelarte cuales son.
No te desanimes con las adversidades, pues tras ellas siempre hay un plan Divino.
Confía en El Señor, él está preparando cosas buenas para ti.
Marcel Amorín