Todo cambió cuando la llamaron para ser atendida. En un par de minutos la alegría se transformó en temor cuando la enfermera se acercó a ella con una aguja. Al instante comencé a sentir la horrible sensación de que me estaban ahorcando, mientras mas se acercaba la mujer a la niña mas apretado sentía mi cuello. De pronto.."Eli" se salió de la camilla, corrió hasta mi y me abrazó fuerte. Ella no sabía que la inyección sería por su propio bien, lo que hizo fue algo instintivo, como buscando mi protección.
Cuantas veces en este mundo caído pasamos de la paz y la tranquilidad al reino del dolor y el sufrimiento. En ocasiones así pensamos cómo debemos reaccionar. Podemos sentir temor y preguntar a Dios ¿Porqué has permitido ésto?, o aunque nos duela, nos mantenemos tranquilos y confiados, sabiendo que por alguna razón que desconocemos Dios permitió esa situación por nuestro propio bien.
Momentos como esos son los mas indicados para traer a memoria las palabras del salmista: "En el día que temo,Yo en ti confío" (Salmo 56:3).
Y si el problema parece muy complicado, tal cual lo hizo mi sobrina, corramos a los brazos del Señor y confiemos en su amor, él jamás nos fallará!
Marcel Amorín
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