Dios es el diseñador del matrimonio, en su palabra nos dejó consejos muy sabios para mantener un matrimonio saludable y feliz. El esposo es la cabeza espiritual y la esposa es su ayuda idónea, éste es el orden. Dios desea que las esposas sean leales, voluntarias, y pacientes con sus maridos.
Dios le pide a la mujer que anime a su esposo, que sea comprensiva, que confíe en él, que lo apoye cuando se equivoca, y que le recuerde siempre no alejar su mirada de Cristo. La mujer está dotada de una bondad y ternura única, debe usarla para ayudar a su marido a convertirse en el hombre que Dios quiere que sea.
También enseña como debe comportarse el esposo con la mujer, debe amarla así como Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo para santificarla, purificándola con agua a través de la palabra. De la misma manera los maridos deben amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Después de todo nadie odia a su propio cuerpo.
¿Cómo podemos lograr todo esto?.. dejando la pasividad, y aceptando las responsabilidades con el matrimonio y con la familia.
Resumiendo... El hombre debe luchar, tomar las riendas espirituales del hogar y guiar espiritualmente a la esposa, su labor es ayudar a su mujer a crecer en amor y aumentar su conocimiento de la palabra de Dios. El crecimiento espiritual no termina luego del servicio del domingo en la Iglesia, quizá alli comienze, pero debemos seguir creciendo espiritualmente todos los dìas.
Los esposos deben sacrificarse el uno por el otro, amarse profundamente, y nunca darse por vencidos. Así como Cristo amó a la Iglesia y luchó por ella hasta su muerte.
Marcel Amorín