jueves, 21 de agosto de 2014

Dios sana las heridas del Corazón

atardecer playa
Hay personas que luego de alcanzar una buena estabilidad económica o sentimental llegan a un punto donde se vuelven indiferentes a muchas cosas, y comienzan a saborear los placeres del mundo sin dar  importancia a lo que pasa a su alrededor. Esto se debe en parte a que ignoran lo cambiante que es todo y lo frágil que pueden ser sus vidas. Entonces la viven a su antojo, siguiendo patrones de conducta basados en sus propios razonamientos, es allí cuando cometen el peor de todos los errores. Se fijan objetivos y hacen planes para el futuro, construyen proyectos, sueños y metas pero para alcanzarlos trazan caminos y toman decisiones importantes sin tener en cuenta a Dios. De pronto... esa superficie sólida donde pisaban con firmeza se transforma en agua, luego se evapora y quedan flotando, sin rumbo, y sin tener nada firme de donde poder agarrarse son impulsados por los vientos de la vida a un abismo de confusión al cual nunca planearon llegar.

Cuando se mueven los cimientos del alma


En el diciembre pasado,
una familia conformada por el matrimonio y su único hijo de 16 años se hallaban descansando en un lugar muy exclusivo de mi país, un balneario  frecuentado por personajes muy VIP de todas partes del mundo. Habían pasado una semana " mundanamente perfecta", durante el día: mar, sol, treikking, polo, por la noche: casino, espectáculos, Shows, discotecas, disfrutaron a pleno de los "encantos" que ofrece ese lugar. La tarde antes de finalizar sus vacaciones decidieron hacerle una última visita a la playa, el muchacho amante del surf en busca de olas se metió en el mar, pero pasó algo imprevisto, mientras intentaba dominar su tabla cayó y golpeó su cabeza sobre ella,  quedó semiinconsciente y comenzó a ahogarse. Luego de varios minutos cargados de intenso dramatismo dos salvavidas nadaron hasta él y pudieron traerlo de nuevo a la orilla para darle los primeros auxilios... pero ya era tarde. Ante la desesperada mirada de su madre el muchacho daba sus últimos suspiros en los brazos de su padre.

El consuelo de Dios sana las heridas del corazón


Y como era de esperar, durante el funeral, aquella mujer no tenia consuelo, sus ojos mostraban claras señales de no haber parado de llorar desde el mismo instante que ocurrió la desgracia. Todos quienes estábamos acompañándoles podíamos percibir que su dolor era insoportable, no despegaba sus brazos del pecho y su llanto era un gemido profundo que salía del alma.

Da tristeza.. las heridas del corazón dejan marcas muy grandes y en muchos casos sangran durante toda una vida, en cambio la euforia que produce la alegría es como el fino  trazo de un lápiz de carbón, y de aquellos momentos donde nos reímos a carcajadas apenas quedan recuerdos lejanos que pocas veces traemos a la memoria.

Siete meses mas tarde, en una pequeña iglesia ubicada a solo media cuadra del lugar donde velaron a su hijo, el matrimonio decidió entregar su vida al Señor. Luego a través de su Espíritu Santo recibieron consolación y fueron cerradas las heridas de sus corazones.

Reflexiones finales...


Son en momentos así, cuando la vida nos golpea duro, que comienzan a producirse cambios importantes en nosotros. Entonces nos preguntamos ¿era necesario que esto sucediera ? Claro que si!. Dios tiene el control de todas las cosas y siempre que nos quiera enseñar algo lo hará, y de ser necesario agotará sus recursos para que aprendamos lo que el entiende que debemos aprender, y mas aún si lo que está en juego es nuestra salvación. Llegará un tiempo donde todas nuestras lágrimas se convertirán en alegría, gozo, paz, y cosecharemos de estos frutos durante toda una eternidad. Amén.


Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Romanos 8:28)

                                                                                      
Marcel Amorín