Muchos creyentes llevan una vida confiando en sus obras y no en el poder de Dios (A pesar de que serán salvos por creer en El Señor). Cuando depositamos la fe en nosotros mismos podemos parecer muy espirituales pero somos inútiles para la obra de Dios.
Si se excluye el poder, la fuerza, y el deseo de hacer la voluntad de Dios que da el Espíritu Santo, es imposible llevar una vida plena como cristianos. Sabido esto, tu y yo tenemos una gran responsabilidad, decidir si pondremos nuestra fe en El Creador o en nosotros mismos. No olvides... de esta decisión depende quien va a controlar tu vida.
Antes de saber lo que el Espíritu Santo anhela para ti, primero debes conocer a Dios y su Palabra, solo así podrás oír su voz en tu corazón.
Aquel que pone su confianza en sus propias fuerzas tarde o temprano sembrará obras muertas, pero quien deposita su confianza en el Espíritu de Dios producirá obras fructíferas y eternas.
Marcel Amorín