El versículo anterior nos anima a orar en todo momento. La oración debe estar presente en nuestra vida cotidiana, ya que ella es tan importante para nuestra salud espiritual como lo es respirar para nuestro cuerpo físico. Podemos orar mientras trabajamos, en las reuniones, cuando llevamos a nuestros hijos a la escuela, en la casa haciendo las tareas del hogar, o en la plaza mientras practicamos deporte.
Sin importar lo que estemos haciendo, siempre podemos orar. Debe ser una conversación natural con Dios durante todo el día. Hay momentos que para orar tenemos que hacer a un lado otras cosas, pero no es necesario dejar de orar para hacer otras cosas. Ten en cuenta que si estás en constante oración darás menos oportunidad al enemigo para debilitarte espiritualmente.
Así que... recuerda que puedes orar sin cesar a medida que avanza tu día.
Marcel Amorín