domingo, 4 de octubre de 2020

El Regalo de Dios


 Hacen aproximadamente 2020 años atrás, en Israel, el cuerpo de un hombre vaciaba toda su sangre mientras colgaba en una cruz. Hacen 2020 años atrás allá en Jerusalén existe una tumba diferente, por lo general las tumbas llevan dentro los restos de un hombre muerto, pero esa está vacía, aunque durante tres días y tres noches tuvo a alguien dentro. Hacen 2020 años atrás un Hombre Santo se dio a si mismo como cordero, como ofrenda viva al Dios de los cielos, para pagar con su propia vida las ofensas del mundo entero. Para ese entonces los pecados humanos habían alcanzado tal magnitud que ya no alcanzaba el sacrificio de un simple animal para estar a cuentas con el Eterno, lo mismo que ahora.

Aquella triste y alborotada tarde en la ciudad de Jerusalén no murió un hombre común, al quien colgaron en ese madero no fue un simple maestro, ni otro gurú, o líder espiritual más, de los tantos que han pasado por la historia, de esos que aun conservan sus restos en sarcófagos de piedra. Ese día no fueron los judíos quienes mataron a ese hombre justo, tampoco los romanos... quienes lo llevaron a la cruz fueron nuestros pecados, nuestras rebeliones, los tuyos, los míos, nuestras desobediencias. 

Hoy 2020 años después de su muerte, y resurrección, y tan cerca del cumplimiento de la promesa de su advenimiento, muchos entendimos lo que aquel bendito día se pagó con esa sangre. El creador del universo dejó su trono entre ángeles, se hizo carne, vivió como hombre, sufrió como hombre, mas de treinta años. Luego fue menospreciado por sus amigos, despreciado por su pueblo, y sin haber cometido delito, fue enjuiciado, torturado, condenado a muerte de cruz, y ejecutado por su propia criatura, la misma que un día con tanto amor formó con sus propias manos. 

Tristemente muchos siguen sin entender que aquel día el creador de todas las cosas, a través del sacrificio de su unigénito Hijo, que era Dios mismo y Salvador, estaba extendiendo su mano a toda la humanidad para que se reconcilien con Él. Más la gran mayoría sigue sin comprender que en aquél momento a través de Jesús, Dios nos estaba ofreciendo su perdón, y el regalo inmerecido de la vida eterna. 

Amigo, amiga, no se si estás completamente seguro, segura, de si tu nombre ha sido inscrito en el libro del cielo... de no ser así, recuerda que no habrá otra oportunidad luego de esta vida. Somos salvos cuando reconocemos que somos pecadores, que sin la ayuda de Dios estamos perdidos, obtenemos nuestro pasaje a la eternidad cuando nos arrepentimos de corazón, y permitimos que aquella sangre que se derramó en Israel nos cubra de todo pecado.

Ruego al Espíritu Santo que en este día ponga en tu corazón la certeza de tu salvación. Recuerda que hay un solo nombre bajo el cielo en que podemos ser salvos, es en el nombre de Jesús. 

"El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida." 1 Juan 5:12


                                                                     Marcel Amorín