Ni tu ni yo queremos atravesar adversidades, nos parte el alma ver a un ser querido sufriendo, nos desesperan las injusticias, pero es inevitable que en nuestro paso por este mundo caído no nos toque algún padecimiento. Dios sabía que esto sucedería, por ello nos encomendó encarecidamente por nuestro propio bien que pusiéramos en sus manos todas nuestras cosas, todas, las buenas y las malas, pues la permanencia de las buenas dependen de él, y el final de las malas también.
No se si te servirá de consuelo pero son tiempos difíciles para todos, la maldad de los hombres está aumentando exponencialmente, y Dios nos manda a ser buenos, a no guardar rencor, a no pagar con la misma moneda, y el simple hecho de obedecer su voluntad nos trae consecuencias, unas muy buenas como son la paz interior y una conciencia tranquila, pero por otra parte también mucha gente le gusta abusar de la generosidad de las personas sanas de espíritu aprovechan para sacar ventajas, las hieren, las traicionan. Pero al final del día cada uno recibirá su recompensa, algunos pasarán a brillar como las estrellas a perpetuidad, y otros, otros no.
Hoy te invito a levantar tu mirada al el cielo, y a elevar una oración al único que tiene poder para rodear tu vida con ángeles, quien puede espantar los fantasmas de tu pasado, el único que puede poner verdadera paz y gozo en tu corazón. Su deseo es renovar tus fuerzas, llenarte de él, para que puedas soportar cualquier prueba con un espíritu fuerte y valiente. El Señor quiere darte su sabiduría, su amor, su esperanza. Vienen días buenos para ti, no dejes de confiar en sus promesas.
Marcel Amorín