"En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor".1 Juan 4:18
Cristo dijo a sus discípulos; "El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras" (Juan 14:23-24)Con ésto estaba dando a entender a sus seguidores que quién lo amara de verdad haría todo lo que le pidió y ésta sería la diferencia entre los que sentían un amor genuino hacia él y los que no.
Hace unos días atrás un amigo me comentó que según él habían tres posibles razones por la cual muchos maridos no eran infieles a sus esposas. Y me gustó la idea de compartir su reflexión con ustedes, quizás nos sirva como ejemplo para descubrir el grado de fidelidad que los hombres tenemos con Dios; la primera es que si el esposo está verdaderamente enamorado de su esposa no deseará por ningún motivo estar con otra mujer que no sea ella, la segunda es que aunque ciertos hombres se ven tentados a engañar a su cónyuge no lo hacen porque la respetan profundamente, y la tercera razón por la cual los maridos no hacen trampas en el matrimonio es por miedo a lo que puedan hacerles sus esposas si se enteran lo que pasó.
Ahora te invito a hacerte estas preguntas..
¿Cómo está tu relación hoy en día con Dios? ¿Le estás obedeciendo porque sientes miedo a que él te castigue si no lo haces? ¿Acaso le obedeces porque aunque no lo amas profundamente crees que debes respetarlo? ¿O haces lo que te pide porque lo amas y deseas servirle con todo tu corazón?
Podemos leer en la Biblia....
"El amor no es egoísta, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor" (1 Corintios 13:5).Cuando el amor es real y puro no te sientes con miedo a ser castigado, ni te preocupan las repercusiones que te pueda traer, pues lo que sientes es amor genuino y lo manifiestas en el sano servicio a los demás y eso te da paz porque sabes que estás haciendo lo correcto.
En Lucas 14:26 El Señor nos enseña que nuestra relación con él tiene que ser lo mas importante, cualquier vínculo humano por mas fuerte que sea debe quedar en segundo lugar. En todo momento es necesario ponerlo a Dios por encima de todos, incluido nuestro cónyuge, padres, hijos, amigos o sobre nosotros mismos. Y si lo amamos de verdad éstas serán la señales que daremos; guardaremos su palabra y lo pondremos a él sobre todas las cosas.
Marcel Amorín