lunes, 23 de diciembre de 2013

Los Hijos de Dios

Navidad María y Jesús
"Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. "(Juan 1:12-13).
El pesebre nos muestra de una forma simple y profunda la gran humildad de Jesús. Pero también se muestra como recordatorio de una humanidad que rechazó al mismo Dios que vino a salvarla y a darle vida eterna. Y en tan solo 33 años aquél bebé pasó del pesebre a una Cruz, y luego a una tumba. Crucificado y muerto por la manos de su propio pueblo.

Pero no todos le rechazaron. Existieron y existen personas
que le recibieron, creyeron en él y se regocijan al recordar su 
nacimiento, incluso en la primera navidad, entre ellos se incluyen a María, a José, a los pastores y a los reyes magos que siguiendo su estrella fueron guiados durante un largo viaje hacia el oeste. 


La venida del Señor no fue un espectáculo de fuerza mayor, ni una muestra de poder irresistible y mucho menos algo pomposo.Llegó a la tierra en silencio y con mucha discreción en el frágil cuerpito de un pequeño niño acostado en un pesebre.

Hoy llega a nosotros por el mismo camino, a través de simples
palabras de llenas de amor y paz, tan claro y puro como agua de manantial
nos invita a alimentarnos con su pan y con su vino. Otra vez viene a nosotros en
silencio, ofreciéndonos compartir su herencia y algo notable, 
ser 
nuestro hermano mayor y legítimos hijos del Altísimo Dios. Una invitación 
que nada tiene que ver con nuestra genealogía, ni tampoco por haber
trabajado duro en el ministerio que nos ha encomendado. Nos da la
oportunidad de nacer de Dios a través de la fe que ha sido derramada
en nosotros por intermedio de su Espíritu Santo.


Oración: Señor amado, te doy gracias por darme esta fe en ti que me da el derecho 
de ser tu hijo. Te ruego en el nombre de Jesús nuestro Salvador que me
mantengas en esta fe durante toda mi vida para poder formar parte de tu
eterna familia en los cielos junto a mis amados hermanos en Cristo. Amén.

                                                               Marcel Amorín