Casi todos anhelamos vivir en paz. Deseamos paz para nuestra ciudad, nuestro país, y para el mundo. Queremos que nuestros gobernantes hagan bien su trabajo para tener paz financiera y económica. Queremos la paz con nuestros amigos y conocidos, así que evitamos ofensas y contiendas innecesarias. No queremos que escasee la paz en nuestra familia, por eso trabajamos duro para que no les falte techo ni comida. Y por último, como somos precavidos, ahorramos dinero para tener una vejez en paz.
Las personas pasan toda su vida trabajando para estar en paz. Pero la paz verdadera no es algo que se pueda obtener con esfuerzo físico, ni con inteligencia humana, sólo puede ser recibida de Dios, y no es afectada por lo que sucede a nuestro al rededor... "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo". (Juan 14:27).
La paz real, primero se recibe en nuestro ser mas profundo, luego afecta la mente y el corazón. No se obtiene leyendo libros de auto ayuda o haciendo yoga, no es algo tan sencillo, y solo puede darla Dios. Irónicamente él nos trajo paz a través de un acto que no tuvo nada de pacifico, la muerte de su Hijo.. " Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira". (Romanos 5:9).
Como discípulos de Jesús debemos tener su paz, y compartirla con otros cuando la necesiten. Ellos tienen que saber que no vivimos en paz porque esté todo bien en nuestro entorno, sino porque la obtenemos directamente de Dios. Y aunque no tengamos demasiadas posesiones, somos millonarios en paz, porque sabemos que nuestro tesoro está en el cielo. Amén!
Marcel Amorín
Fotografía:https://pixabay.com/