lunes, 10 de febrero de 2020

La Importancia del Silencio para Orar a Dios y Meditar en su Palabra

"Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro,
salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba". Marcos 1:35

Nadie podría dudar del amor que Jesús sentía por las personas, pero a veces necesitaba alejarse de ellas para orar a Dios. Como nos narra el Evangelio según San Marcos, cierta vez antes del amanecer buscó un lugar tranquilo en el desierto y oró. Este pasaje bíblico perfectamente lo podemos tomar para nuestra vida como un mensaje instructivo ¡Ve a un lugar tranquilo y ora!. Personalmente he aprendido lo bueno de llevar a cabo esta práctica.

En noviembre del pasado año tuve la oportunidad de ir de campamento con un hermano que estudia el comportamiento de los animales en su hábitat natural. En la ocasión armamos la tienda en un lugar bastante alejado de la civilización, una zona boscosa al borde de un pequeño río. Y durante esos días, tomé por costumbre ir todas las mañanas a orar en un lugar donde me sentía cómodo y relajado. En sitios así los únicos sonidos que se escuchan son los de las aves, algunos insectos, el del viento o la que producen las pequeñas olas rompiendo en la orilla.

Cuando te encuentras en esa soledad, alejado del ruido de la gente o de la ciudad es muy fácil sentir la presencia de Dios. Por eso debemos responder la invitación que nos hace Jesús: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). El Señor no nos propone que tan solo nos alejemos para orar, sino que también lo hagamos para meditar en su Palabra, como nos enseña el salmista: "¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación" (Salmo 119:97)

Te animo a descubrir lo valioso que es meditar en silencio. A principio quizás te distraigas con tus propios pensamientos recordándote cosas,.obligaciones, etc., pero sigue escuchando, Dios habla en el silencio. Jesús tenía como costumbre apartarse de las personas para orar a Dios, era su disciplina y nosotros debemos aprender todo de él.
 


                                                             Marcel Amorín