
Cuando depositamos nuestra fe en Dios estamos confiando en su Espíritu Santo, pero cuando elegimos depositar la fe en nosotros mismos excluimos su poder. Vistas a través de ojos humanos, algunas de las cosas que logran los hombres por su propia cuenta son maravillosas, mas el profeta nos enseña que según la perspectiva de Dios son como trapos de inmundicia (Isaías 64: 6).
Muchos creyentes llevan una vida confiando...