"Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien;He puesto en Jehová el Señor mi esperanza,Para contar todas tus obras". (Salmo 73:28)Sin lugar a dudas es muy bueno y conveniente estar cerca de nuestro Dios, pero aún es mas bueno si él está cerca de nosotros. Cada mañana que despertamos el Señor nos regala otras 24 horas para adorarlo y hacer buenas obras. Y las decisiones que tomamos al transcurrir el día serán cruciales para definir nuestro futuro. Con cada nueva jornada él nos da una nueva oportunidad para ser una mejor persona, su deseo es purificarnos y hacernos justos delante de sus ojos. Sin embargo, muchos insisten en cometer una y otra vez los mismos errores que desagradan a Dios, por ejemplo: no buscar su orientación para alcanzar sabiduría, aferrarse a la ira y al rencor, sentimientos negativos que impiden perdonar de corazón y que limitan la capacidad de amar. Los que permanecen en este tipo errores desprecian el consejo de Dios y se niegan a reconocer su voz, tampoco El Señor sabrá quienes son y no podrá escribir sus nombres en el libro de la vida.
En la parábola de las diez vírgenes leemos que todas querían conocer al novio (Mateo cap. 25), a través de esta enseñanza Jesús nos permite ver que sólo la mitad de nosotros estaremos en el momento que él regrese. Cinco de las diez vírgenes tuvieron la sabiduría de traer aceite extra para encender sus lámparas. Las otras cinco tuvieron que abandonar el camino del novio para ir en busca de mas aceite porque sus lámparas se apagaron y dejaron de alumbrar. Cuando regresaron el novio ya había pasado y había entrado en la casa. Ellas llamando a la puerta pedían que se les dejase entrar, pero ya era demasiado tarde, la puerta se había cerrado y no se volvería a abrir.
"Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir". (Mateo 25:11-13).Las vírgenes nos representan a todos nosotros, el novio es Jesús, la casa es el Reino de Dios y el aceite es el Espíritu Santo que nos da luz para ver la voluntad de Dios para nuestras vidas. Cada día que estamos despiertos, tenemos que vivir como si Jesús pronto viniera a casarse con nosotros y a llevarnos con Dios a nuestro hogar en el cielo.
Marcel Amorín